ezprogui
Ezprogui es un municipio navarro situado en la comarca de La Val de Aibar. Con apenas 51 habitantes y una densidad de población de 0,95 hab./km², lleva más de 60 años afrontando una intensa despoblación. El municipio lo conforman hoy en día el Concejo de Ayesa, sede del ayuntamiento, el lugar habitado de Moriones y el lugar deshabitado de Ezprogui, que da nombre a todo el municipio. Además, incluye en su término el antiguo valle de La Bizkaia, hoy propiedad del Gobierno de Navarra bajo el nombre Finca Sabaiza. Siete eran los términos que componían antiguamente La Bizkaia: Loya, Arteta, Julio, Guetadar, Usunbeltz, Irangoiti y Sabaiza, además de Usaregui, todavía hoy sin localizar.
ezprogui atiende a la historia reciente y la realidad actual de La Bizkaia, un valle despoblado entre los años cuarenta y sesenta que pasó a formar parte del patrimonio forestal del Gobierno de Navarra. En él se plantó un monocultivo de pino para suministrar de materia prima a la papelera de Sangüesa y controlar las aguas en previsión de la construcción de un pantano que nunca llegó a término. La Bizkaia siempre fue un valle pobre y aislado. Lo accidentado del terreno hacía difícil la productividad agrícola y las comunicaciones con el exterior. El hecho de que sus vecines no fueran propietarios de las tierras que habitaban y trabajaban, facilitó la compra de los términos por parte de la Diputación Foral. Les propietaries, en su mayoría familias descendientes de la nobleza que vivían lejos del valle, apenas se ocupaban de cobrar las escasas rentas y ofrecían exiguas comodidades a sus vecines.
Hoy, La Bizkaia, forma parte de una finca que acoge un programa piloto de experimentación silvopastoril dirigido a la prevención de incendios en el monte mediterráneo. La amenaza del fuego en la zona es constante. La densidad de la plantación y la aridez del terreno convierten a este paisaje antrópico en un auténtico polvorín. Al mismo tiempo, alrededor de 270 de jacas se mueven por el valle en estado de semilibertad. Una granja experimental se encarga del mantenimiento y mejora genética de esta raza de caballos autóctona y en peligro de extinción a cambio de su manejo y explotación cárnica. Por otro lado, en Gardalain, un grupo de jóvenes está reconstruyendo el viejo pueblo abandonado por completo en los años sesenta. La construcción de un enorme parque eólico amenaza la integridad de los montes que rodean el valle. Las ruinas de los antiguos poblados esperan en silencio, cubiertas de maleza. En Guetadar se levanta un refugio juvenil en el que se celebran campamentos de verano. Los antiguos caminos que recorrían el valle se pierden en el espesor del pinar mientras se arreglan las pistas por las que todoterrenos y maquinaria pesada acceden cada día para su control, gestión y explotación.
ezprogui atiende a la historia reciente y la realidad actual de La Bizkaia, un valle despoblado entre los años cuarenta y sesenta que pasó a formar parte del patrimonio forestal del Gobierno de Navarra. En él se plantó un monocultivo de pino para suministrar de materia prima a la papelera de Sangüesa y controlar las aguas en previsión de la construcción de un pantano que nunca llegó a término. La Bizkaia siempre fue un valle pobre y aislado. Lo accidentado del terreno hacía difícil la productividad agrícola y las comunicaciones con el exterior. El hecho de que sus vecines no fueran propietarios de las tierras que habitaban y trabajaban, facilitó la compra de los términos por parte de la Diputación Foral. Les propietaries, en su mayoría familias descendientes de la nobleza que vivían lejos del valle, apenas se ocupaban de cobrar las escasas rentas y ofrecían exiguas comodidades a sus vecines.
Hoy, La Bizkaia, forma parte de una finca que acoge un programa piloto de experimentación silvopastoril dirigido a la prevención de incendios en el monte mediterráneo. La amenaza del fuego en la zona es constante. La densidad de la plantación y la aridez del terreno convierten a este paisaje antrópico en un auténtico polvorín. Al mismo tiempo, alrededor de 270 de jacas se mueven por el valle en estado de semilibertad. Una granja experimental se encarga del mantenimiento y mejora genética de esta raza de caballos autóctona y en peligro de extinción a cambio de su manejo y explotación cárnica. Por otro lado, en Gardalain, un grupo de jóvenes está reconstruyendo el viejo pueblo abandonado por completo en los años sesenta. La construcción de un enorme parque eólico amenaza la integridad de los montes que rodean el valle. Las ruinas de los antiguos poblados esperan en silencio, cubiertas de maleza. En Guetadar se levanta un refugio juvenil en el que se celebran campamentos de verano. Los antiguos caminos que recorrían el valle se pierden en el espesor del pinar mientras se arreglan las pistas por las que todoterrenos y maquinaria pesada acceden cada día para su control, gestión y explotación.